viernes, 26 de septiembre de 2014

EL SEÑOR DE LAS BOLAS


El Señor de las Bolas

Por Enrique Arteaga Sustaita


Hace muchos años, alrededor de 20, en nuestra colonia ya solamente faltaba de pavimentar una calle y era precisamente la calle en que vivíamos la familia. El comité de vecinos acordó con el gobierno de la ciudad aportar una parte del costo de la obra con tal de que ésta se llevara cabo pronto. Así las cosas, los vecinos decidimos hacer actividades para recaudar fondos y lo primero fue organizar una especie de kermés en donde cada vecino vendería algo de lo que se estila en este tipo de festividades: comida, naranjas con chile, aguas frescas, nieves, paletas, algodones de azúcar; poner una lotería, la cárcel, el registro civil, etc. Mi esposa decidió elaborar bolas de palomitas acarameladas con caramelo de piloncillo –muy ricas- a sabiendas de que es una golosina muy difícil de hacer (por el “punto” que debes dar al caramelo, si te quedas corto te salen pegajosas y si te pasas se te “apaniza” el dulce, ¡jajaja!) y que por tal motivo de seguro que a nadie se le ocurriría hacer lo mismo e íbamos a tener un mercado “cautivo”. Llegado el día, mi esposa se dedicó a elaborar las mentadas bolas y yo me preparé una varita con recortes de bolsas de plástico, de las que dan en el súper, e hice ese utensilio que traen los dulceros para espantar los voladores bichos. Ni bien estuvo lista la primera charola con “bolas”, salí a venderlas, prácticamente en el exterior de nuestra casa. Tuvieron tal éxito las mentadas bolas que en cuanto salía de la casa me las arrebataban. Solamente tuve que lamentar dos cosas: uno: que las vendimos muy baratas y dos: que la clientela me llamaba a gritos para que los atendiera: ¡señor de las bolas, señor de las bolas! ¡jajaja! En posteriores eventos similares, ya nos pusimos más listos e hicimos las “bolas” (las de palomitas ¡jajaja!) un poco más grandes y les doblamos el precio, con el mismo éxito de las anteriores.

Pasaron meses y un buen día una vecina embarazada vino a la casa a pedir a mi esposa que le hiciera aunque fuera unas cuantas bolas de palomitas “de aquellas tan ricas que en alguna ocasión vendió en la kermés”, porque “tenía el antojo” y no quería que su chamaco le fuera a salir con cara de “bolas” y en ningún lado las podía conseguir. Así que mi esposa tuvo que hacer las antojadizas bolas que con mucho gusto obsequió a la gordita vecina.

FIN


Enseguida les presento un vídeo con una receta muy similar a la de mi esposa para preparar bolas de palomitas de maíz. Solo que mi esposa utiliza el caramelo hecho a base de piloncillo en vez del jarabe de maíz que indica el vídeo. Mi esposa utiliza exclusivamente el caramelo hecho a base de piloncillo (y un poco de agua) y las palomitas (como usted decida hacerlas) y es todo, no emplea ningún ingrediente más. Como ya platiqué, el secreto es encontrar “el punto” del caramelo para que las palomitas se peguen unas a otras al formar las bolas (con las manos húmedas) y ya secas no se peguen las bolas unas con otras. Me supongo que “el punto” del caramelo lo encontrarán en la práctica y seguramente que éste debe estar a una temperatura determinada pero eso no lo he establecido aún. ¡Suerte si se animan a prepararlas!

Enrique Arteaga Sustaita.