Época de Oro de la Música de Tríos
Por Enrique Arteaga Sustaita
Doy gracias a Dios por
haber vivido esta época de música de tríos. La descubrí cuando tendría algunos
10 u 11 años de edad (¡Újule Julita!). Me tocó vivir la época de oro de este
tipo de música cuando recién se me empezaban a alborotar las hormonas y - en el
entendido que un bohemio nace, no se hace- me pegó en el puro corazón: Todas
las canciones me mataban; en todas me volvía el protagonista y aunque mi musa
todavía aparecía difusa, ya me mataba con sus desdenes – condición de
sufrimiento para ser un auténtico bohemio. No había placer más embriagante que
llevar serenata a tu pretendida y saber que te correspondía y morías de amor
por ello. Quizás alguna no te correspondía y esta vez también morías… de
desamor, de desdenes, de indiferencias: Todo esto materia prima para el insano
placer del bohemio: ¡Morir por todo! Te refugiabas entonces en el también
embriagante, embelesante, seductor, reconfortante bálsamo, consuelo de
vastísima variedad de penas – todas: ¡El Néctar de los Dioses! ¡Esa era mi
vida, amigos bohemios!: Estudiante, algún trabajillo, la música, mis amadas
(algunas nunca lo supieron), las serenatas, los convivios con los amigos: Bohemias, el juego de billar, francachelas, algún baile… ¡Jajaja! Me río de mí,
en buena onda, porque con excepción de algunas facturas que he tenido que pagar
al dios Chronos, aún conservo el gusto por “La dolce vita”: ¡Genio y figura…!
¡Salud!