Amigos, si definir el término absoluto “está en chino”, definir el origen del “oído absoluto” está peor. De cualquier manera de lo que sí estamos seguros es de la existencia de esta facultad que tienen algunas personas de poder identificar las notas musicales, al escucharlas, sin necesidad de un patrón de referencia. Vamos por partes:
En cierta ocasión, me encontraba entre un grupo religioso que entonaba himnos y
cánticos para Dios y para mi mala fortuna yo era el único que tocaba la
guitarra. Al empezar a cantar el grupo, empecé a angustiarme porque no lograba
“pescar” el tono en el que cantaban. Mi suegro, que era músico, en paz
descanse, al notar mi preocupación me dijo: “están cantando en Re”. ¡Oh, que
alivio!, efectivamente, empecé a dar las armonías y logré salir avante.
En otra ocasión, durante un
convivio en casa de un amigo, cuando llegué, ya se encontraba amenizando la
fiestecita el suegro de mi amigo, con su requinto. Como siempre, ahí voy yo con
mi cuchara, le dije: —Ahí en el auto traigo mi guitarra, ¿no quiere que lo
acompañe?, — ¡Claro que sí! -me contestó. Traje mi guitarra y se la pasé para
que la afinara, al mismo momento yo tomé su requinto y le empecé a dar las
notas. — ¡No me suene ni una cuerda! -me dijo- y empezó a afinar la guitarra
con el puro oído, obvio que cuando me regresó mi guitarra, estaba perfectamente
afinada, al parejo de su requinto.
¡Qué maravilla!, a mí, que no
distingo una nota de otra, siempre me ha maravillado esta facultad que tienen
algunas personas de traer en su cerebro el sonido perfecto de las notas.
Yo siempre he pensado –y aún lo
creo- que tal facultad es innata, es decir que las personas que la poseen la
traen impresa en sus genes. Sin embargo de acuerdo a Wikipedia, todavía existe
una gran controversia por dilucidar tal tema, ya que hay quienes afirman que es
cuestión de poseer una buena memoria y así
poder recordar los sonidos de las notas musicales, otros afirman que se puede
entrenar al oído para adquirir esta facultad. De lo que sí podemos estar
seguros es que el oído absoluto existe y ya sea de origen innato o adquirido,
no deja de ser una facultad extraordinaria y asombrosa.
Enseguida dos anécdotas referentes al tema:
En el vídeo que les presento como
un ejemplo del oído absoluto, tal vez a alguien no le
parezca tan espectacular, pero les aseguro que a cualquier músico que no tenga
esa facultad, sí le parecerá. Pongamos un ejemplo de la misma facultad, pero viéndolo
desde una perspectiva diferente y verán que esto si resulta apantallante para
cualquiera: Una persona con oído absoluto lee unas notas
en el pentagrama, las canta y las graba; después se escucha la grabación y se
compara con la misma melodía ejecutada al piano y ¡SORPRESA!, las dos versiones
tienen la misma entonación. ¡Ah, verdad que sí es sorprendente!
Enseguida dos anécdotas referentes al tema:
NOTA POR NOTA…
En cierta ocasión, un estudiantino del ITCH, no creyendo
en la habilidad del Profesor Salvador Pérez Márquez -Director de la Estudiantina- para cantar las notas, le dijo a otro:
"Me parece que cuando el Profe. te canta las notas de un pasaje, son puras
pin…*/# mentiras". Se pusieron de acuerdo, consiguieron una grabadora y
cuando ellos mismos le preguntaron como iba cierto pasaje, lo grabaron de
manera subrepticia. El Profe solfeaba las notas nombrándolas y ya me imagino
las sonrisitas burlonas de este par de ca...*/#ones al solazarse de su acción.
Ya a solas escuchando la grabación y comparándola con la partitura... ¿Qué
creen amiguitos?: ¡SORPRESA!...Nota por nota, silencio por silencio, el pasaje musical era idéntico a la partitura. El Profe mismo me contó esta anécdota y lo que no
sabían los pelafustanes es que el Profe. “luego luego” se los echó a la bolsa y todo el tiempo
estuvo al tanto de todo ¡jajaja!
Enrique Arteaga Sustaita.
SILBANDO EN MI
BEMOL
Por Fernando Tiscareño.
Una mini anécdota que yo tengo muy presente del Profe., es que en más de una ocasión platicando con él en su oficina tocó que pasaba el tren y sonara su silbato (el ferrocarril pasaba a escasos 100 o