¡Feliz, muy Feliz Navidad!
Por Enrique Arteaga Sustaita
Esta Navidad me encuentra particularmente feliz… Iré al
principio: Hace alrededor de 4 semanas vino a tocar a mi casa uno de mis
vecinos de al lado, venía a solicitar ayuda pues en su inconsciencia
(adolece ligeramente de discapacidad
intelectual) no sabía qué le pasaba a su hermano que al parecer se había
desmayado; acudí rápido y encontré al vecino, de 50 años de edad, desvanecido y
con convulsiones; supuse que se había caído de la bicicleta (raro porque es el
interior de la casa, en el cuarto de lavado) ya que tenía medio vehículo encima
de él, supuse también que se había golpeado la cabeza, pero no presentaba
sangrado; también noté que no presentaba dificultad al respirar- Detrás de mi
venía mi esposa y le pedí se hiciera
cargo mientras yo llamaba al 911… Expuse
la urgencia del caso y la persona que me atendió me dijo que me iba a enviar
unos agentes de policía previo a la ambulancia… casi alterado le mencioné que
no necesitaba a la policía, que lo que urgía era la ambulancia… Regresé al lado
del vecino y ya mi esposa había colocado
una toalla debajo de la cara del paciente pues estaba en contacto con el piso
frío… Conociendo como se las gastan en el 911 pedí a mi esposa volviera a
llamar para que vieran que no era llamada falsa… En un momento el paciente
medio abrió los ojos y noté cierta conciencia y extrañeza en su mirada para
inmediatamente volver a caer en la inconsciencia, seguido de convulsiones… Al
notar esto, me dediqué a tranquilizarlo con palabras diciéndole que ya venía la
ayuda en camino… Cosa rara, aunque se tardó la ambulancia, llegó como en 15
minutos y ya se hicieron cargo… Casi inmediatamente llegó la hija del paciente
que ya venía del trabajo y llegó corriendo pues desde lejos vio la ambulancia y
venía asustada y peor cuando vio que ya llevaban a su papá en la camilla,
brevemente le explicamos lo sucedido y
ya acompañó a su papá en la ambulancia rumbo al IMSS… Hoy mi vecino está de regreso en casa, sano y
salvo, después de una cirugía en el cerebro para extirparle un pequeño coagulo
tumorcillo. Ahora mi vecino se desvive en agradecimientos hacia mi esposa y a
mí, por la ayuda, pero yo le digo: Mejor demos gracias a Dios que nos puso en
el camino de poder ayudar, de poder servir… ¡Feliz, muy feliz Navidad!
Enrique Arteaga Sustaita.
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