En una calurosa tarde de verano, nos encontrábamos en la sala de mi casa, mi amigo “El Cara de Palo” y yo, platicando de todo y de nada en particular. Cosa rara, de repente nos asalta la idea de ir a comprar unas cervezas, ¡ya ven que éstas no se llevan bien con la plática! (???) — ¡Qué importa! -dijimos al unísono- de cualquier manera vamos por ellas a “El Aguaje”. A mi amigo El Cara de Palo y a mi nos gusta una marca de cerveza que viene embotellada en recipientes de tamaño familiar, esas que en México conocemos como tamaño caguama y que ya por abreviar las nombramos simplemente “Caguamas”. Bueno, coloqué unos cuantos envases vacíos en una bolsa, ya que los recipientes son retornables y se los pasé al Cara de Palo con la advertencia de que se cuidara, que no lo fuera a ver “El Huelemoles” (otro amigo y vecino) so pena de que viéramos notoriamente mermada nuestra dotación “per cápita” del vital líquido. El Cara de Palo se adelantó dos o tres pasos mientras yo cerraba la puerta de la casa y como es tan distraído de nada le sirvió la advertencia que le hice momentos antes pero yo sí alcancé a ver a lo lejos al “Huelemoles”, quien cual perro de caza ya había olfateado a su presa. —“¡Aguas!” -casi le grito al Cara de Palo- ¡Allá viene el Huelemoles! En un acto reflejo rapidísimo, como si la vida le fuere en ello, el Cara de Palo hizo un movimiento brusco tratando de esconder la bolsa de los envases. Ilusos de nosotros que este acto reflejo fuera a pasar inadvertido para la vista aguileña del Huelemoles. Total que nos regresamos los tres pasos y a través de la puerta entreabierta espiamos al Huelemoles. Salimos cuando estuvimos completamente seguros que el Huelemoles ya no podría vernos, ya que pasó de largo; subimos al auto y en menos de lo que les platico ya veníamos de regreso con nuestra preciosa carga.
En el transcurso, platicábamos mi amigo y yo cómo El Huelemoles casi nos cae en la maroma y muertos de risa comentábamos como lo habíamos burlado, pero…
Instantes antes de tocar el timbre de la casa todavía volteo a ver a lo largo de la calle si no se aparece el Huelemoles cuando se abre la puerta y nos recibe nada menos que… ¡¡¡El Huelemoles!!! ¡Casi me caigo para atrás y tiro las cervezas por la sorpresa! ¡Esto estuvo... de película!
Yo me supongo, porque no quise averiguar más, que el Huelemoles fue y dio la vuelta a la manzana en tanto nosotros andábamos por las cervezas, tocó la puerta y preguntó por mí (plan con maña) —Pásele -le dijo mi esposa libre de malicia- espérelo, no tardan, fueron él y su amigo a comprar unas cervezas.
Bueno amigos, nos hemos reído tanto mi amigo El Cara de Palo y yo, que ya ni se nos hizo gravoso compartir nuestras cervezas con el Huelemoles, ¡Un amigo que llegó de pura casualidad! ¡jajaja!... ¡Qué padre es la vida! (Qué bonita).
¡Salud!
Enrique Arteaga Sustaita.
DISTANCIA
Letra y Música de
Alberto Cortez
Viento, campos y caminos… distancia,
qué cantidad de recuerdos
de infancia, amores y amigos… distancia,
que se han quedado tan lejos.
Entre las calles amigas… distancia
del viejo y querido pueblo
donde se abrieron mis ojos… distancia,
donde jugué de pequeño.
Un corazón de guitarra quisiera
para cantar lo que siento.
Donde la Pampa se estira
pa’ intentar llegar al cielo
y arrebatarle la lluvia
que tanto espera el labriego.
Donde el arado es amigo
del campesino y el viento,
del gorrión y del chimango,
del chingolo y del hornero
Allí viví la alegría… distancia
de aquel primer sentimiento
que se ha quedado dormida… distancia
entre la niebla del tiempo.
Primer amor de mi vida… distancia,
que no pasó del intento;
primer poema del alma… distancia,
que se ha quedado en silencio.
Un corazón de guitarra quisiera
para cantar lo que siento.
Allí se quedó el vasquito
en los andenes del verso,
bebiendo a Pablo Neruda
bebiendo a César Vallejo.
¡Ah, cuantas noches de estrellas
se me han quedao en el pecho!
¡Cómo tiran los recuerdos
pa’que los viva de nuevo!
¿Dónde estarán los amigos… distancia,
que compartieron mis juegos?
¡Quién sabe dónde se han ido… distancia,
lo que habrá sido de ellos!
Regresaré a mis estrellas… distancia,
les contaré mi secreto:
que sigo amando a mi tierra… distancia,
cuando me marcho muy lejos.
Un corazón sin distancia quisiera
para volver a mi pueblo.
¡Salud!
Enrique Arteaga Sustaita.
Milonga
Letra y Música de
Alberto Cortez
Viento, campos y caminos… distancia,
qué cantidad de recuerdos
de infancia, amores y amigos… distancia,
que se han quedado tan lejos.
Entre las calles amigas… distancia
del viejo y querido pueblo
donde se abrieron mis ojos… distancia,
donde jugué de pequeño.
Un corazón de guitarra quisiera
para cantar lo que siento.
Donde la Pampa se estira
pa’ intentar llegar al cielo
y arrebatarle la lluvia
que tanto espera el labriego.
Donde el arado es amigo
del campesino y el viento,
del gorrión y del chimango,
del chingolo y del hornero
Allí viví la alegría… distancia
de aquel primer sentimiento
que se ha quedado dormida… distancia
entre la niebla del tiempo.
Primer amor de mi vida… distancia,
que no pasó del intento;
primer poema del alma… distancia,
que se ha quedado en silencio.
Un corazón de guitarra quisiera
para cantar lo que siento.
Allí se quedó el vasquito
en los andenes del verso,
bebiendo a Pablo Neruda
bebiendo a César Vallejo.
¡Ah, cuantas noches de estrellas
se me han quedao en el pecho!
¡Cómo tiran los recuerdos
pa’que los viva de nuevo!
¿Dónde estarán los amigos… distancia,
que compartieron mis juegos?
¡Quién sabe dónde se han ido… distancia,
lo que habrá sido de ellos!
Regresaré a mis estrellas… distancia,
les contaré mi secreto:
que sigo amando a mi tierra… distancia,
cuando me marcho muy lejos.
Un corazón sin distancia quisiera
para volver a mi pueblo.
Que buena anécdota como me reí, y muchas gracias por esta hermosísima canción, que le gustaba tanto a mi padre y la cantaba junto con Alberto Cortez cada ves que la ponía en su grabadora, me trajiste gratos recuerdos Enrique, gracias!
ResponderEliminar¡Qué bueno que te gustó amigo! ¡Gracias a ti, un saludo afectuoso!
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