miércoles, 8 de junio de 2011

Amada mía...un día del otoño... se vestirán de blanco mis cabellos...


UN AMOR VERDADERO ES...

Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde yo trabajo para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras le curaba le pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer. Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado. Mientras acababa de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana. — No, me dijo. Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce. Entonces le pregunté extrañado. — Y si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas? Me sonrió y dándome una palmadita en la mano me dijo: — Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella. Tuve que contenerme las lágrimas mientras salía y pensé: — Esa es la clase de amor que quiero para mi vida. El verdadero amor no se reduce a lo físico ni a lo romántico. El verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya no es...

 Autor anónimo.

Nota: Solamente el título se lo asocié yo, evocando la canción Amada Mía de José Luis Perales.

Enrique Arteaga Sustaita




 AMADA MÍA
José Luís Perales

Amada mía,
Después de tantos años,
Después de tantas noches compartidas,
Después de tantos sueños
Soñados cada día,
Te sigo amando tanto
Amada mía.
Tus ojos negros
Se clavan como siempre,
Tu beso es una llama que aún me quema.
Yo sigo siendo el árbol,
Y tú, la tierra mía.
Te sigo amando tanto
Amada mía.
Amada mía,
Después de tantas horas de camino
Tú sigues siendo playa
Yo sigo siendo río.
Y como siempre
Sigo aspirando el aire que respiras.
Me sigo enamorando
En cada amanecer
Amada mía
De risas y de llanto
Compañera de tardes amarillas.
Luna de medianoche
Y sol del mediodía,
Serás por siempre campo
Y yo semilla.
Amadla mía,
Un día del otoño
Se vestirán de blanco mis cabellos.
Se quedarán dormidos
Tus besos en mis besos,
Y buscaré tus manos
Para mecerlos.
Amada mía,
Después de tantos años
A tu lado
Yo sigo siendo brisa,
Y tu, montaña y llano.
Amada mía
Después de tantos mares
Navegados,
Tú sigues siendo orilla
Y yo, gaviota.



No hay comentarios:

Publicar un comentario