Pan blanco, francés, o como lo nombres...
Rico... al observar estas imágenes de pan blanco recordé que
cuando yo era niño... —¡Uuuh!... — ¡Shhhhht, callen!, también había coyotes,
jajaja... Volviendo al tema: ... en aquellos tiempos mi padre vendía y llevaba
frutas y verduras a los ranchitos de los alrededores de Delicias, Chih.... yo
lo acompañaba a “ranchear” y me iba en la parte de atrás de la carcachita.
Rodeado de frutas y legumbres me preparaba yo mismo mis lonches (así nombramos
por acá a las tortas en pan blanco) de unos aguacates riquísimos, con aritos de
cebolla y tomate guaje o bule (saladet)... no faltaba en que tiendita comprara
sal y un refresco y ¡mmmh!, ¿quién te pegó, si no fui yo? ¿Qué les digo?: no faltaba de
postre -para rellenar un huequito en la
panza- algún platanito, o manzana, o
quizá un par de ciruelas color rojo intenso, casi negras y que al morderlas te
llevaba a la gloria aquella mielecilla color sangre ... Al ronroneo de la carcachita, solo restaba disfrutar
el momento - dormitando en mis ensueños - disfrutando de los aromas cálidos del campo, de sus ruidos y sus silencios, de
su flora y de su fauna; de aquellos bellos paisajes que hubieran embrujado a
Velasco si se hubiera dado una vuelta por estos cantones... ¡la vida era
hermosa! Ya en mi adolescencia y viviendo en Chihuahua, mi padre seguía con su
negocio ya establecido (yo, como siempre, seguía siendo su secre oficial) y era una
delicia ordenar en los restaurancitos, de la plaza de abastos, unas tortas de
frijoles refritos revueltos con huevo y que acompañadas con mordiscos a los chiles güeritos frescos – pepenados
del huacal - eran viandas de reyes para Miguelito, jajaja... ¡Bellos recuerdos!...
Hoy, ¡primero Dios!, la vida es igual de hermosa, si así
la queremos mirar, ... Ya voy
por mis Budweisers, se me antojaron, ¡no se porqué! - (me entraron basuritas en
los ojos). ¡Salud!
Enrique Arteaga Sustaita
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