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miércoles, 31 de mayo de 2017

TRIBUTO A LA AMISTAD


EL RECUENTO DE LOS DAÑOS

Por Enrique Arteaga Sustaita


Como les platicaba en mi anterior relato titulado “El cumpleaños 93 de Peritos”, al terminar el convivio en casa del Profe. Pérez Márquez, nos fuimos a seguir la fiesta a la casa de Reyes: Quintana y Wendy, Hilda y yo y obviamente Reyes y su esposa Mary.

El recuento de los daños no es otra cosa que la factura que te cobra, al otro día, la ingesta desmedida del “Agua milagrosa de las verdes matas” o del dulcísimo “Néctar de los Dioses” o bien una combinación de ambas bebidas. No es menester que cuando te reúnes con tus amigos tengas que tomar bebidas espirituosas, pero ¡Cómo ayuda! ¡jajaja!, si estuviéramos hablando de vinos y comidas sería el “Maridaje perfecto”, diría el gourmet.

Tengo que hacer una mención muy especial, para el trato tan bonito que nos dio Mary, pues ni bien llegamos, se fue directamente a la cocina y como por arte de magia -que hasta a mí que soy brujo  me sorprendió- nos preparó unos ricos burritos y unos canapés de paté endiablado que le quedaron de “rechupete” ¡Gracias Mary!.

Reyes, ni tardo ni perezoso, sacó las beers que nos tuvimos que repartir entre Hilda y yo ya que el resto del equipo prefirieron “Néctar de los Dioses” con excepción de Quintana, ya que el Galeno le tiene prohibido tomar, pero no lo hace también por convicción propia, pues quiere recuperarse pronto de su salud que la trae un poquito quebrantada. Eso sí, Quintana se puso una borracherota de sueño, pues creo que era su segunda noche sin dormir, no toma pero que tal que le gusta desvelarse; yo le aprecio el detalle porque con tal de convivir con sus amigos, sacrifica un tanto el sueño.

Todo el convivio fue muy bonito, desde la cena, las bebidas, la plática y lo medular del convivio: la música. Tendrían ustedes que oír, primero, al Dueto Mary y J. J. Reyes cantar canciones al estilo de Los Zaizar, en especial “La Cautela” y después al acople Reyes - Quintana, que nada tendrían que pedir al dueto Lennon - Mc Cartney, cantando y tocando desde oldies hasta lo actual y de todos géneros (— ¡Bájale, bájale!), bueno, lo cierto es que lo hacen muy bien. Otro dueto que también gustó fueron Hilda y Reyes. Yo en donde pude los acompañaba con la guitarra y en otras ocasiones con las percusiones.

Si no ha sido por la flaca ahí estuviera yo todavía pero nos tuvimos que despedir como a las tres de la mañana ¡Para no abusar!...¡jajaja!

Mi recomendación de siempre: sean felices y disfruten a sus amistades.

Chihuahua, Chih. Agosto 23 de 2010.


Con cariño para mis amigos Jesús José Reyes H. y Roberto Quintana H, quienes partieron al país de los sueños y... hoy ya no están conmigo. - Enrique Arteaga Sustaita.

P. D. La amistad no se presume (pre asume)... se ama, se vive y se convive... ¡y florece!









lunes, 28 de septiembre de 2015

ÉPOCA DE ORO DE LA MÚSICA DE TRÍOS


Época de Oro de la Música de Tríos
Por Enrique Arteaga Sustaita

Doy gracias a Dios por haber vivido esta época de música de tríos. La descubrí cuando tendría algunos 10 u 11 años de edad (¡Újule Julita!). Me tocó vivir la época de oro de este tipo de música cuando recién se me empezaban a alborotar las hormonas y - en el entendido que un bohemio nace, no se hace- me pegó en el puro corazón: Todas las canciones me mataban; en todas me volvía el protagonista y aunque mi musa todavía aparecía difusa, ya me mataba con sus desdenes  – condición de sufrimiento para ser un auténtico bohemio. No había placer más embriagante que llevar serenata a tu pretendida y saber que te correspondía y morías de amor por ello. Quizás alguna no te correspondía y esta vez también morías… de desamor, de desdenes, de indiferencias: Todo esto materia prima para el insano placer del bohemio: ¡Morir por todo! Te refugiabas entonces en el también embriagante, embelesante, seductor, reconfortante bálsamo, consuelo de vastísima variedad de penas – todas: ¡El Néctar de los Dioses! ¡Esa era mi vida, amigos bohemios!: Estudiante, algún trabajillo, la música, mis amadas (algunas nunca lo supieron), las serenatas, los convivios con los amigos: Bohemias, el juego de billar, francachelas, algún baile… ¡Jajaja! Me río de mí, en buena onda, porque con excepción de algunas facturas que he tenido que pagar al dios Chronos, aún conservo el gusto por “La dolce vita”: ¡Genio y figura…! ¡Salud!